
CARTA DE RODOLFO SCHULTZE A LOS CIENTÍFICOS CRISTIANOS DE ESTA ÉPOCA.
CARTA ABIERTA A LOS CIENTÍFICOS CRISTIANOS DE ESTA ÉPOCA (2020).
Por Rodolfo Schultze
Montevideo, Uruguay
Julio 2020
Estimado Científico Cristiano de esta época:
Vos te preguntarás quién es este tipo que se atreve a hacer una carta abierta para todos nosotros y yo te voy a contestar. Soy un Científico Cristiano de 68 años que conoció la Ciencia cuando tenía 22, la abandonó hace 20 años y ahora regresó a la práctica activa (Iglesia militante) como el hijo pródigo regresó a la casa de su padre.
Lo que me motiva a escribir es denunciar lo mal que se está viviendo la Ciencia Cristiana en esta época, para decirlo en términos numéricos, creo que estamos sacando de la Ciencia sólo el 10% de su provecho. ¿Por qué es eso? A mi humilde saber y entender es porque no la comprendemos en su totalidad. Es cierto que tenemos mucha fe en ella, enormes cantidades de fe, pero la Sra. Eddy fue muy clara en advertir que lo más importante no es la fe sino la comprensión profunda de la Verdad y del Amor que sanan todo lo que se les oponga.
Voy a poner un ejemplo, supongamos que yo a un alumno de primero de liceo le pido que resuelva un problema de logaritmos. Es posible que aunque sea un excelente alumno y tenga mucha fe en las matemáticas, no pueda resolverlo, va a tener que esperar, dejar pasar los años, crecer y crecer en el conocimiento matemático para poder resolver ese problema. Es decir, que por más que tenga fe en la matemática le falta la comprensión de ella que le lleve a resolver el problema. Con la Ciencia Cristiana sucede lo mismo. Podemos tener toda la fe del mundo en ella, pero si no la comprendemos nos falta el punto de apoyo al que se refería Aristóteles cuando expresó: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". La comprensión de la Ciencia Cristiana es fundamental.
Pero... seamos positivos, la Sra. Eddy dice en alguna parte de Ciencia y Salud que la letra de la Ciencia llega abundantemente al mundo hoy en día, y es cierto, "La letra de la Ciencia llega abundantemente a la humanidad hoy en día, pero su espíritu viene solamente en grados pequeños". (Página 113). Quizás nos haga falta orar más para que su espíritu venga, y a menos que pongamos toda la carne en el asador, eso difícilmente suceda.
Yo te pido disculpas por escribir esto porque no soy ni practicista, ni maestro de la Ciencia Cristiana, ni nada, un simple Científico Cristiano que tiene grabadas a fuego estas palabras: "Un Científico Cristiano ocupa en esta época el lugar al que se refirió Jesús cuando dijo a sus discípulos: ´Vosotros sois la sal de la tierra'. 'Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder'. Velemos, trabajemos y oremos, para que esa sal no se haga insípida y esa luz no esté escondida, sino que irradie y resplandezca hasta alcanzar la gloria del mediodía". (En la página 367).
Te confieso que me da mucho miedo escribir estas líneas, pero lo hago creyendo que cada uno de nosotros debe pensar como si fuera el único Científico Cristiano que queda sobre la tierra, y debería luchar con todas sus fuerzas para esta no desaparezca. He comprobado que mucha gente ha abandonado esta preciosa religión lo que me apena mucho, pero también sé que mucha de la gente a la cual Jesús enseñó desapareció de la historia porque no comprendieron sus enseñanzas, nosotros no tenemos por qué repetir esa triste historia.
Creo que todos nosotros, los que quedamos, podemos hacer mucho si nos apoyamos unos a otros en vez de criticarnos, tanto audible como silenciosamente, si nos damos ánimo y estímulo en lugar de criticarnos.
Para terminar: una anécdota: a mi esposa le dieron una beca para estudiar en Francia, una vez terminados los cursos en Uruguay yo me fui para allá. Nos llevaron a visitar la Costa Azul, cuando llegamos al Mar Mediterráneo me quedé absolutamente embelesado de ver esa belleza, sinceramente embelesado, maravillado, paralizado viendo el sol, el mar, la iluminación (París era muy oscuro en febrero). A nuestro lado venía sentada una francesa que no podía creer que estuviera tan ajena a ese fenómeno maravilloso, sinceramente no podía creer que no se maravillara ante esa tremenda hermosura. Y fue ahí que me di cuenta: Se había acostumbrado. Para ella el Mar Mediterráneo era cosa de todos los días. Por favor amigos queridos del alma: NO NOS PERMITAMOS ACOSTUMBRARNOS A ESTA MARAVILLA QUE ES LA CIENCIA CRISTIANA, SINTAMOS LA MISMA FELICIDAD QUE SENTIMOS EL PRIMER DÍA QUE ENTRAMOS A UNA IGLESIA O LEÍMOS CIENCIA Y SALUD, RECUPEREMOS LA MARAVILLA. Leí hace poco que cuando se inauguró La Iglesia Madre fue tanta la gente que acudió que tuvieron que hacer cuatro servicios para albergar a 6000 personas que en grupos de 1500 acudieron a cada reunión. Bueno, creo que ellos nos ilustran el entusiasmo que debiéramos sentir al tener una religión tan maravillosa.
He dicho.
Decidí pedirle a la Señora Eddy que viniera en mi auxilio para poner el final de esta carta, y me sugirió dos frases de su cosecha:
LEVANTAOS EN LA FUERZA DEL ESPÍRITU PARA RESISTIR TODO LO QUE SEA DESEMEJANTE AL BIEN.
QUE LA LUZ DEL AMOR DIVINO ILUMINE DE TAL MANERA TU MENTE QUE TE VEAS A TÍ MISMO EN SU SEMEJANZA, ASÍ COMO LO ERES, LA IMAGEN DE LA MENTE PERFECTA. ASÍ HALLARÉIS TODO EL PODER, SABIDURÍA Y PAZ EN LA BONDAD Y DEMOSTRARÉIS LA GRACIA DEL ESPÍRITU COMO UNA AYUDA SIEMPRE SUFICIENTE PARA AYUDARTE A TI MISMO EN TODO TIEMPO DE NECESIDAD.
Mary Baker Eddy
P.D. Cuentan que siendo el Apóstol Juan muy viejito, tanto que ya no podía caminar y debía ser trasladado, acudió una vez a una reunión en la que todos estaban deseosos, muy deseosos de conocer a aquel inolvidable discípulo del Maestro que había estado al pie de la Cruz, el único de los 12 que no lo abandonó. Una vez acomodado en la poltrona Juan dijo: "Hijitos amaos los unos a los otros". Luego se calló. La gente le pidió que hablara más. Juan repitió: "Hijitos amaos los unos a los otros" y eso fue todo. ¿Podremos hacerle caso nosotros Científicos Cristianos de esta época? Dale, hagámoslo.