Defensa diaria

Defensa diaria

.Amigos tan amados, aquí comparto un artículo magnífico sobre la necesidad que tenemos todos de defendernos diariamente del agresivo magnetismo animal que pretende hacernos creer que estamos desprotegidos del mal, el diablo y todo el ejército del mal. Espero que les aproveche. ¡Salud!

Defensa diaria

MADORA HOLT

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 16 de enero de 2015

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 15 de septiembre de 1951.

Es privilegio y regocijo del Científico Cristiano, así como su solemne responsabilidad, obedecer y estar protegido por las Reglas y Estatutos del Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Uno de ellos, titulado "Alerta al deber", dice lo siguiente: "Será deber de todo miembro de esta Iglesia defenderse a diario de toda sugestión mental agresiva, y no dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad. Por sus obras será juzgado -y justificado o condenado" (Art. VIII, Sec. 6).

Entonces, la exigencia es defenderse, no de manera casual u ocasional, no después de que el peligro aparece o se siente su impacto, sino defenderse diaria y sistemáticamente contra el error. El orden de la obligación es importante. Nuestro primer deber es para con Dios, nuestro segundo deber es para con nuestra Guía, y nuestro tercer deber es para con la humanidad. Mientras se preserve este orden, se experimenta la inexpugnable certeza de la verdadera salud, felicidad y actividad útil.

¿Qué es la sugestión mental agresiva? Como se entiende en la Ciencia Cristiana, es todo aquello que pretende o insinúa que existe un poder aparte de Dios, el bien. Luego debemos reconocer diariamente la inmunidad del hombre contra tales intrusos, como son el desprecio de sí mismo o la vanidad, puesto que solo Dios es creador y solo a Dios Le pertenece toda la gloria. Tenemos la obligación de negarnos a aceptar las silenciosas murmuraciones de la mente mortal, que inducen por un lado a la indiferencia o la apatía, y por el otro a un sentido personal de responsabilidad o de superioridad. Cada día deberíamos ser específicos en saber que ningún mal -y esto incluye las solapadas alusiones que promueven la vanidad y esos pequeños y aparentemente insignificantes resentimientos- puede manchar el pensamiento o quebrantar la semejanza del hombre con Dios. La sugestión mental agresiva a veces ruge como un león, diseminando el terror y dispersando el esfuerzo; pero con más frecuencia viene tan silenciosamente que necesitamos defendernos para que no atribuya sus mensajes al impulso de nuestro propio corazón.

Debería destacarse que cualquiera sea la inferencia errónea -personal, hereditaria médica, eclesiástica, económica- no tiene vida verdadera, ni vitalidad, ni presencia verdadera, por lo tanto, no tiene fuerza real. Cuando uno se entrega totalmente a Dios, el bien, porque es todo-poder y toda-presencia, no queda reserva alguna para confiar en métodos errados o sentir temor a las ideas del mundo. Además, si bien la sugestión mental agresiva está tan desprovista de identidad consciente como el polvo, es en el pensamiento individual donde debe subyugarse. A menos que nuestra propia creencia la acepte, es inofensiva. Siempre es una desviación del pensamiento puro que recoge algún error general y parece reproducir su desarmonía, al igual que un micrófono amplifica los murmullos. Es mediante la tendencia temperamental indisciplinada por la cual el murmullo carnal encuentra entrada.

Y por la misma lógica, todo pensamiento verdadero es una abertura a través de la cual las huestes de los cielos derraman bendiciones. La defensa perfecta consiste en elegir solo conceptos mentales perfectos y puros. La Sra. Eddy declara claramente en Escritos Misceláneos: "Ninguna persona puede aceptar la creencia de otra, a menos que sea con el consentimiento de su propia creencia. Si el error que llama a la puerta del pensamiento de usted se originó en la mente de otra persona, usted es el agente moral que está en libertad de rechazar o aceptar este error; de allí que usted sea el árbitro de su propio destino, y el pecado es el autor del pecado" (pág. 83).

Nuestro deber para con Dios es aceptar el hecho de que Dios es nuestra Vida. Entonces le confiamos a Él todo deseo, aprendemos a mantenernos quietos bajo Su mano. Una comprensión consciente de esta relación jamás quebrantada, no solo es nuestro deber para con Dios, sino una protección y defensa seguras. Esto se probó en la experiencia de un joven oficial durante la Segunda Guerra Mundial. Durante muchos meses, él se había aferrado todos los días, con frecuencia a cada hora, a la verdad del control benevolente de Dios, con su corolario, que el hombre está siempre en el lugar correcto, porque es el reflejo de Dios. En la víspera de la batalla de las Ardenas, inesperadamente se le presentó la opción de elegir dos posiciones: podía regresar a la parte de atrás que estaba protegida, por ser oficial de servicio especial, o avanzar al frente. Se escuchó decir sí mismo: "Iré al frente".

El fuego del combate fue terrible más allá de toda descripción, y puesto que el terreno expuesto era totalmente llano, no había ni siquiera una trinchera donde protegerse. Sin embargo, el Científico persistió mentalmente con la certeza de que dado que Dios lo había puesto en el lugar correcto toda su vida, él continuaba estando en el lugar correcto; Dios no podía estar ausente en ese momento. Cuando terminó la batalla, él y sus camaradas observaron que los proyectiles habían agujereado el suelo formando un círculo alrededor de ellos, pero no habían tocado ni un cabello de sus cabezas. "Yo seré para ellas, dice el Señor, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella" (véase Zacarías 2:5). No dónde estemos, no lo que otros piensen o hagan acerca de nosotros, constituye un peligro o protección, sino "cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7).

La Iglesia de Cristo, Científico, que nuestra Guía fundó, con sus publicaciones, Salas de Lectura, conferencias autorizadas, actividades e instituciones filantrópicas, practicistas registrados, Escuelas Dominicales, y reglas para la instrucción en clase, constituye una visible evidencia de la revelación de la Verdad que tuvo la Sra. Eddy, y nosotros cumplimos, por lo menos parcialmente, nuestra deuda de amor y nuestro deber para con ella, cuando nos unimos a La Iglesia Madre y a una iglesia filial.

La participación activa en el trabajo de la iglesia filial, brinda protección y defensa más allá de lo que uno pudiera calcular. Después de afiliarse a la Iglesia de Cristo, Científico, incontable número de personas atestiguan que han obtenido un vivificante concepto de democracia, que perciben horizontes cada vez más amplios de salud, alegría y servicio, y que están alcanzando una comprensión cada vez más profunda de la infalible dirección de Dios. Los obstáculos en los asuntos personales se superan cuando somos leales a la instrucción del Manual de que no debemos olvidar ni descuidar nuestro deber para con el liderazgo que la Sra. Eddy nos brinda a través de sus inspirados escritos y por medio de su Iglesia.

¿Nos defendemos acaso diariamente contra las sugestiones mentales agresivas que nos harían olvidar o descuidar nuestro deber para con la humanidad? A veces parece como que tenemos que ir al valle de la creencia humana y amar allí mismo. ¿Acaso el buen Samaritano no se acercó al hombre herido "donde se encontraba"? Ver el punto de vista de otro y responder a la necesidad humana sin comprometer el elevado idealismo espiritual de la Ciencia Cristiana, es algo que el corazón puro puede realizar y es un esfuerzo muy reconfortante. Pero solo el reflejo del Amor divino puede hacer esto. El sentido de superioridad y el orgullo pasan de largo, la envidia asesta un golpe furtivamente, pero el amor abiertamente prepara el desayuno en la playa de Galilea de toda experiencia humana.

Sería bueno que nos examináramos con toda honestidad, para ver si amamos solo en cierta medida o hasta cierto punto. El amor no es sincero hasta que todo vestigio de sentimiento de que alguien nos debe algo, es vencido. Todo bien proviene del Padre. Por estar siempre consciente de su filiación divinamente real, Cristo Jesús nunca se enfadó por el trato cruel que recibía de otros. Él amó. Solo el amor espiritual, que responde a la necesidad humana para sanar todo mal "de que es heredera la carne", cumple nuestro deber para con la humanidad.

La labor de defenderse diariamente no es ni misteriosa ni ardua. La protección triple de toda agresión del mundo, la carne y el diablo, del pecado, la enfermedad y la muerte, se basa en un amor triple: amor a Dios, amor a nuestra Guía y amor a nuestro prójimo. Solo a medida que el pensamiento mortal egocéntrico, cede a la verdad de que Dios hizo todo, se experimentan los efectos de este bien original. Dios hizo al hombre recto, completo, gozosamente incapaz de incurrir en peligro o experimentar imperfección. Nosotros no tenemos que hacer que el hombre sea perfecto, puesto que ya lo es; pero sí necesitamos reconocer esto, afirmarlo, y probar que él es tan libre de mancha como la luz lo es de la oscuridad. La luz no reviste la autopista ya pavimentada de la montaña, pero hace que se vean claramente la ruta y el precipicio para garantizar que el viaje sea seguro.

El deber que se realiza sin alegría es servidumbre. Los placeres separados de la responsabilidad conducen a la frustración. Pero el Amor hace que el deber sea un gozo y la alegría una obligación. La tarea de defenderse a diario, muy pronto se transforma en un regocijo para el estudiante maduro, y aquello que se asumió como un ayuno voluntario, se convierte en un alegre festín, un desayuno espiritual diario preparado por el Amor.

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