
SOBRE HACER LA LECCIÓN
Por Rodolfo Schultze
Hacer la lección no es algo que hago por caer simpático, ni para quedar bien con los demás, ni es como pasar un rato de solaz y refrigerio, hacer la lección es como educar mi vida misma, es mostrar mi respeto por lo espiritual, mi convicción total y absoluta que únicamente el Espíritu me puede salvar. Hacer la lección no es algo que hago para que La Iglesia Madre piense bien de mi, ni para estar de acuerdo con otros Científicos Cristianos. Hacer la lección no es algo que hago cuando me sobra el tiempo y si estoy muy atareado no la hago, hacer la lección es mi vida misma. Hacer la lección es mi salvación de la condenación eterna de no salvarme. Hacer la lección es mi felicidad total, mi auto 0 km. y mi computadora nueva. Es mi perfume Ives Saint Laurent y mi seguro del auto. Hacer la lección es lo único que me mantiene vivo. No existe nada, nada, nada, que sea comparable en esta tierra a hacer la lección. ¿Voy a privarme a mí mismo como un estúpido de este incomparable privilegio? ¿Voy a negarme la posibilidad de un trato directo con Dios cuando la lección me lo pone delante para que lo interrogue sobre todas las angustias de mi vida y como resolverlas? ¿Voy a decir "No, mejor mañana" cuando tengo la posibilidad aquí y ahora de ver y oir cosas que reyes y profetas quisieron ver y no vieron, oir y no oyeron? ¿Voy a negarme a alcanzar lo que miles y millones y millones de seres humanos han buscado sin cesar y al no tener la Ciencia Cristiana no han alcanzado, es decir la solución total de los problemas de la existencia? ¡Qué increíblemente zonzo sería! Es el medio que Dios inventó para salvarme de la "infamia del que me acosa" (Salmo 57.3), y créeme hermano querido, digan lo que digan, hagan lo que hagan, ¡no hay otro camino! Agrego un lindo recuerdo: Estábamos en el maravilloso Londres inglés, era domingo, queríamos ir al servicio religioso. Nos tomamos un ómnibus y le preguntamos al chofer por la calle de la iglesia, nos dijo: "Yo les aviso". El ómnibus se empezó a llenar. En determinado momento el ómnibus se detiene, y vemos que el conductor se había bajado y miraba por las ventanas del ómnibus no sé a quien. ¡Era a nosotros que nos buscaba para avisarnos que allí nos teníamos que bajar! Ese fue el picoteo previo al almuerzo. Lo mejor vino después. La iglesia llevaba a cabo sus servicios en un hotel. Tengo que confesarles que en toda mi vida no he estado en un servicio más inspirador que ese, sentí que llegaba al quinto cielo gracias a él. Me di cuenta da algo: todos y cada uno de los asistentes habían estudiado milimétricamente la lección de esa semana. "Los lectores de La Iglesia Madre y los de todas sus iglesias filiales deben dedicar una parte adecuada de su tiempo a la preparación de la lectura de la lección del domingo, - LECCIÓN DE LA QUE DEPENDE GRANDEMENTE LA PROSPERIDAD DE LA CIENCIA CRISTIANA. (Manual p.31)